El Triduo de misas consiste en la celebración de tres Eucaristías consecutivas por la salvación del alma de un difunto o por alguna intención o gracia particular que se le esté pidiendo a Dios.

En caso de que el alma de ese difunto ya esté gozando de la presencia de Dios en el Cielo, las Misas y demás oraciones hechas por ella, Dios las aprovecha para otras almas que se encuentren aún en el Purgatorio.

“La Eucaristía es la medicina de inmortalidad, antídoto para no morir, remedio para vivir en Jesucristo para siempre.” San Ignacio de Antioquia.

Las misas Novenarias vienen de una antigua tradición griega y romana que consistía en llevar a cabo un ritual familiar por el alma de un difunto durante nueve días. Con el tiempo la Iglesia Católica cambió esta costumbre por la celebración de misas ofrecidas por la salvación del alma del difunto, durante nueve días consecutivos. Hoy en día también se pueden ofrecer por una intención particular.

En caso de que el alma de ese difunto ya esté gozando de la presencia de Dios en el Cielo, las misas y demás oraciones hechas por ella, Dios las aprovecha para otras almas que se encuentren aún en el Purgatorio.

“Una lágrima se evapora, una rosa se marchita, sólo la oración llega hasta Dios” -San Agustín

Las misas Gregorianas son una tradición que surgió cuando San Gregorio Magno celebró 30 misas consecutivas por el eterno descanso de un monje, quien al finalizar la última misa celebrada por él, le reveló a uno de sus compañeros que gracias a esta práctica de piedad, su alma había sido sacada del Purgatorio y llevada al Cielo. Hoy en día también se ofrecen por la salvación del alma de un difunto en particular.

“Después de esta vida, el deseo de Dios, el Bien Supremo, es intenso en el alma de los justos, el alma sufre enormemente por la demora” -Santo Tomás de Aquino